juandon
Recientemente, un artículo en el Sunday Times nos hablaba de un nuevo paso en la evolución del cerebro (brain evolution) y citaba a varios observadores del impacto de los videojuegos, que resaltaban la mejora de algunos factores cognitivos. Este artículo, junto con el lanzamiento este verano del software Brain Training para ejercitar el cerebro con una consola de Nintendo, ha despertado en mí el deseo de reanudar el estudio de esta cuestión, y tal vez el de escribir posteriormente algo más elaborado. Revolviendo en mi propia hemeroteca de autor, observo que en 1992, cuando llamaba compujuegos a los computer games, mi opinión era la siguiente: una relación sostenida y no enfermiza con los compujuegos produce dos tipos de beneficios: a) divertirse, y b) entrenarse intelectualmente, con el objetivo de aumentar varias de las capacidades que nuestra inteligencia poliédrica necesita desplegar para vivir en un mundo cambiante.
Lógicamente, los nativos digitales, habitantes de la infociudad, ganarán en todas las capacidades relativas a los procesos inmateriales típicos de ésta, así definida por el autor en 2004: "Espacio informacional donde los humanos de sociedades desarrolladas, mediante terminales con botones, teclas, pantallas, contraseñas e identificadores varios, se comunican y realizan una parte creciente de sus actividades habituales y otras muchas nuevas, convertidas en señales, símbolos, lenguajes y procesos inmateriales, soportados por una potente infraestructura tecnológica de arquitectura reticular". Pero es evidente que, a medida que la vida va siendo sustituida por la información, ya están perdiendo y perderán más en otras capacidades y habilidades que se han considerado valiosas hasta ahora.
No se trata de que el uso intensivo de la tecnología de la R.U.D. contribuya a moldear una inteligencia mayor o menor -por ejemplo a que los niños sean más listos, como algunos dicen-, sino una inteligencia funcionalmente distinta, es decir, armada con ciertas capacidades necesarias especialmente desarrolladas para vivir y operar en elNuevo Entorno Tecnosocial (N.E.T.) generado por esa tecnología. Por lo que se sabe hoy de la inteligencia, el habitual discurso del CI (Cociente Intelectual) para cuantificarla no es operativo en las situaciones emergentes. Por lo que ya sabemos, a no tardar mucho, el CI será prácticamente una reliquia, igual que tantas otras formas sociales declinantes, entre ellas, los sistemas educativos.
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